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sábado, 17 de noviembre de 2012

Me llamo Ana, soy enfermera de profesión. Hace unos años trabajé en una empresa de ambulancias, realizando servicios de urgencia en el turno de noche. Cuando desempeñas una labor tan humanitaria y emocionante tu família y amistades suelen preguntarte por las cosas que ves en el día a día de tu trabajo como accidentes de trabajo, fallecimientos, si te afecta lo que haces, etc. Mi asombro al entrar en este mundillo ambulanciero fue que las cosas más impactantes no las ves con los pacientes que asistes, sino en el personal sanitario con el que trabajas.

Una noche cualquiera llego a la central de ambulancias para iniciar la guardia y me presentan a Jorge, mi compañero y conductor de la ambulancia. Aquella noche empezó un poco ajetreada y mi impresión personal y profesional de Jorge era correcta. Cenamos sobre la 1 de la madrugada, algo normal en el turno de noche. Al acabar de cenar no teníamos ninguna asistencia con lo cual estábamos lo que se llama " a la escucha", es decir, a la espera de algún servicio, con lo cual Jorge y yo decidimos patrullar por la ciudad en vez de estar aparcados.

Circulando con la ambulancia por el centro de la ciudad sin rumbo aparente vamos por una calle en la que "chicas de dudosa reputación" se ubicaban en esquinas concretas para desempeñar sus labores. Tal es mi asombro cuando veo a Jorge aparcar en un chaflán, en doble fila, y me dice textualmente: "Voy a ver a una amiga mía un momento Ana, si nos pasan un servicio avísame por walkie, ahora vengo". Antes de poder contestar sale de la ambulancia y me veo sola en ella. Evidentemente me quedo con la boca abierta viendo como mi compañero de ambulancia se dirige a una de las prostitutas, hablan "no se qué" y los 2 se meten en una porteria, todo esto a unos 30 metros de mí.

En ese momento empiezan a asaltarme miedos varios como: ¿Qué pasa si me llama el coordinador preguntando por mi compañero? ¿Si hay un accidente de tráfico por la zona y nos requieren? ¿Si pasa un coche de policia local me dice que salgamos de aquí por estar mal aparcados? El caso es que estaba deseando que Jorge acabase el polvo lo más rápidamente posible y que no saltase ningún servicio para nuestra unidad. Después de 20minutos de máxima ansiedad y nervios Jorge salió de esa porteria, reajustándose el cinturón y subiéndose la cremallera, lamentable!

El transcurso de la noche fue tranquilo a nivel de trabajo por suerte, aunque el mutismo y mal rollo invadieron la cabina delantera de la ambulancia el resto de la noche, por suerte no volví a trabajar con él, por desgracia, que otros compañeros lo superaros, y con creces....

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